“UN MEJOR LUGAR”
POV
WOOHYUN
No dude en irme de ahí,
no sabía si ellos me harían algo, no iba averiguarlo. Me agarre mi estómago, tenía
que ir a una farmacia para comprar algo que calmara los golpes, mi padre me
había golpeado esta mañana por a verme negado en conocer a una chica.
Eso le había puesto
molesto, gritándome lo marica que era y lo adefesio que era, y para rematar
aquella pandilla me habían esperado en la entrada, cuando las clases se habían
terminado para golpearme de nuevo.
Susurrándome que era mi
hora de la paliza, hasta que aquel chico de ojos pequeños me había salvado, de
seguro mañana me tocaría doble paliza por a verme defendido aquel chico,
suspire con tristeza al pensar que me habían visto con lastima.
Me
adentre hasta la farmacia para mirar la chica como me miraba, con mi aspecto no
dudaría en pensar que era un perdedor o un rebelde, tome aquellas vendas y una
pomada que había investigado por internet para auto medicarme.
Cuando un chico me estiro un
medicamento, me miro con una sonrisa de alado.
—
Esto
quitara lo inflamado —
Dijo sonriente, para
tomarlo y agradecerle, me encamine hasta la caja registradora para pagar todo,
sintiendo la mirada de la chica, susurrando el precio, le entregue la tarjeta
para tomar el medicamento e irme de ahí.
Sabía que mis padres no
se encontrarían, me habían gritado después de que golpeara que se irían por
unas semanas a Francia, y que esperaba que no los molestara, dejándome aquella
tarjeta para alimentarme, les había dado el día libre a las sirvientas.
Tendría que prepararme
yo mismo mis alimentos, aunque una sopa era perfecta para mí, no dude en llegar
a comprarme unas cuantas para el resto de la semana, sabía que mis padres no me
dejaron llena las alacenas o el refrigerador de alimentos.
Pague todo para irme a
casa y colocarme aquella pomada, sonriendo al ver que nadie se encontraba en
casa, era los momentos que disfrutaba, coloque la tetera con agua e irme a mi
habitación para quitarme el uniforme, me coloque la pomada y me amarre con
fuerza la venda.
Me coloque algo cómodo,
baje hasta la cocina para prepararme la sopa y disponerme a comer una vez que
estaba lista, me encamine hasta la sala para mirar aquel cuadro de la abuela.
“—
mi pequeño Namu, necesitas ser fuerte, por todo lo que te espera más adelante—“
Sentí como resbalaba
una lagrima por mi mejilla al recordar aquellas palabras, si me hubiera dicho
que era todo esto, me hubiera ido junto con ella, deje a un lado la sopa para aferrarme a mis
rodillas, la extrañaba, ella era la que me defendía de mis padres, la que no permitió
que me abandonaran en aquel orfanato, solo por a ver nacido con aquel extraño
cuerpo.
“—
es maravillo crear vida, no odies tu cuerpo cariño, algún día alguien lo amara,
como yo lo amo—“
Nadie lo haría, nadie
me amaría como ella lo había hecho. Acalle un sollozo al recordar la última vez
que había sentido un abrazo lleno de amor, un beso de buenos días, nadie
pagaría por estar conmigo, me acomode en el mueble, sintiéndome patético.
Si yo no tuviera aquel
problema ¿mi vida cambiaria? ¿Todos tratarían de estar a mi lado? ¿Tendría
amigos? Nadie se peleaban por estar a mi lado, al contrario todos huían de mí,
diciendo que podría pegarles aquella enfermedad, pero sabía que no pasaría,
pero ellos no les importaba.
Solo querían reírse y herirme hasta
el cansancio, ¿Cuánto tiempo tenía que aguantar más?
Tal vez debería irme de
une buena vez, a nadie le haría falta. No se cuánto tiempo había pasado que me
había quedado dormido, levantándome al día siguiente y negarme a ir a la
escuela, nadie se fijaría en mi si faltaba, pero si eso pasaba mis padres se
podrían enterar y molestarse conmigo.
Así que decidí ir a la
escuela, tratando de pasar de largo aquella pandilla que diario me esperaba en
la puerta para darme una mojada en el baño, me apresure adentrarme a mi salón,
mis compañeros ignorándome.
Escuchando las quejas
de todos los días, las clases eran aburridas y más, trataba de no verlos porque
luego ocasionaba problemas, me mantuve repasando los apuntes cuando el profesor
entro, era el único que prestaba
atención en clases, el único que evitaba participar en la clase.
Y me equivocaba de
adrede cuando me preguntaban, llegando a ser regañado por el profesor, pero no
podía entender que aquel bullying que mis propios compañero me hacían, me
mataba día con día, suspire al ver como todos salían para comer, evitaría en ir
y encontrarme aquellos chicos.
Me alegraba que no
estuvieran en mi salón, evitaba que me vieran y se acordaran de mí, recargue mi
rostro en el pupitre esperando que las clases terminaran para irme a mi casa.
Cuando llego la hora me
espera dos horas más, tenía que esperar que nadie quedara en la escuela, siendo
visto por el conserje para mirarme y negar, diciéndome una y otra vez que le
comentara al director, pero no podía, me gana una paliza por parte de ellos y
de mis padres.
Por qué más de una vez
me decían lo debilucho que era y si provocaba una pelea también me pegaban por
ser un rebelde y provocar que la gente hablara. Me encamine hasta mi casa una
noche más solo.
Habían pasado la semana
mis padres ya habían regresado y con
ellos más golpes, se habían molestado por que habían salido en las noticias que
los Nam, dejaban solo a su hijo en casa.
—
Debiste
quedarte en casa, que nadie se enterara que estabas aquí —
Me protegí el rostro
para evitar que me viera llorar, no podía complacerles, si hubiera faltado a
clases ellos se enojarían, cuando mire como soltaba aquella vara y suspira,
arreglándose un poco su ropa para mirarme.
—
A
veces deseo verte muerto—
Sin más me dejo ahí tirado,
sintiendo que poco a poco me desangraba, como pude me incorpore, sintiendo todo
mi cuerpo me dolía, mis lágrimas no dudaron en empapar mis mejillas, mirando de
nuevo aquella navaja que reposaba en el lavadero.
La tentación
llamándome, ¿podría intentarlo? Tome la navajada para irme a la regadera y
abrirla, estire mi mano, para pasar la navaja por mi brazo, hice más profundo
el corte, sintiendo como mi cuerpo comenzaba a perder fuerza, me deje caer
contra la pared sentado, sintiendo como la sangre salía de mi brazo.
Las gotas de agua que caían
de la regadera llevándose toda la sangre que salía de mi brazo, solo esperaba
que al abrir los ojos, me encontrara en un mejor lugar.
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