“Algún día”
La ambulancia iba a
toda velocidad por las grandes y concurridas calles de Seúl, la sirena sonando
para que los autos se movieran, los paramédicos tratando de detener aquel
sangrado, pasándose cada instrumento que
miraba aquel chico, que se mantenía aferrado la mano de su pequeño novio, sus pequeños ojos no se despegaban de aquel
cuerpo que se mantenía en la camilla. Tratando de mantenerse despierto.
—
Pronto
llegaremos amor, solo un poco más—
Beso el dorso de la
mano, su pequeño novio lo miro para cerrar los ojos y volver abrirlo, quería decirle
que estaba bien, pero se sentía tan débil, que por más que trataba de mantener
los ojos abiertos se le hacían pesado.
—
Tenemos
que apresurarnos, está perdiendo pulso—
Dijo uno de los
paramédicos, el de pequeños ojos se alarmo y miro a su amado como trataba de
cerrar los ojos, se acercó a él para acariciar su cabello sin soltar su mano.
—
Hyunnie,
mírame — dijo desesperado, el mencionado abrió sus ojos para mirarle— recuerdas
nuestra historia—
Miro a su pequeño novio
como sonreía de alado, a pesar de traer aquel respirador podía observas aquella
brillante sonrisa.
—
Sigue
hablando, lo mantienes despierto — dijo el paramédico mientras buscaba otro
aparato—
El de pequeños ojos se mantuvo
observando a su pequeño novio como había derramado una lágrima.
—
Cariño,
¿recuerda cómo nos conocimos? — pregunto
el de pequeños ojos—
WooHyun asintió,
manteniendo aun sus ojos puesto en aquella persona que lo había salvado,
aquella persona que le había cambiado y mostrado otro mundo.
Otro mundo donde era
feliz y le había mostrado lo que era sentirse amado por una persona. Sonrió al
recordar aquella forma como se habían conocido, aquel día que le había cambiado
la vida por completo, porque ese día jamás se iba arrepentir de ir aquella
azotea y tratar de suicidarse.
Sunggyu tampoco se iba
arrepentir de ir aquella azotea para desahogarse, porque si su novio no lo
hubiera engañado aquel día no hubiera conocido a WooHyun.
Sunggyu levanto un poco
la vista para mirar el hospital, miro a su amado para dedicarle una sonrisa,
soltó aquella mano cuando WooHyun había pasado las puertas de la sala de
urgencia, dejando a Sunggyu mirando aquella puerta, sintiendo su pecho
estrujarse, deseando que su pequeño amado saliera bien de aquella operación y
sobre todo aquella creatura que se iba a convertir en su pequeño hijo.
Sunggyu se dejó caer
contra la pared, recordando todo los momentos buenos como malos que habían
pasado los dos, el día en que había conocido a WooHyun, sonrió para sí mismo,
aquellos momentos los mantendría en su memoria.
~*~
~10 meses antes~
POV
WOOHYUN
Corrí por toda la
escuela tratando de alejarme de aquella pandilla que se mantenían haciéndome
bromas, Miré sobre mi hombro como me perseguía con aquellas burlonas sonrisas
que siempre se cargaban.
—
Ven
para acá marica, solo queremos jugar
contigo —
Grito uno de ellos,
negué para seguir corriendo, me alegraba de que tenía buena condición, logre
pasar por todo los estudiantes que solo se hacían a un lado para evitar un
accidente, algunos solo me miraban y se reían de mí. Logre dar vuelta en un pasillo y esconderme
en el lugar del conserje, el único lugar donde yo podía entrar, gracias a él.
—
¿Dónde
se ha metido? — pregunto uno de ellos—
Me encogí en aquel
sitio tratando de ocultar mi sollozo, no quería que volvieran a lastimarme, trague
mi sollozo al escuchar su voz, la única persona que sabía de mi problema, la
única que se había encargado de esparcirlo por todo el colegio.
“—
WooHyun es un fenómeno, puede crear bebes—“
Recordar aquella
palabras me hacía recordar las burlas de mis compañeros, riéndose de mi por
aquel problema que me cargaba, aquel problema que había hecho mi vida
miserable, si mi madre nunca le hubiera dicho a su madre esto nunca hubiera
pasado.
Era un fenómeno, un
fenómeno que nadie quería acercarse a mí, no tenía amigos, todos me miraban
como un adefesio, deje soltar un jadeo por el llanto que contenía, dejando que
las lágrimas salieran, escuche la puerta como se abría para mirar al conserje
que me miraba confundido.
—
De
nuevo por aquí joven Nam —
Lo Miré con una sonrisa
llena de tristeza, para levantarme y hacer una reverencia, susurrándome que
tenía que contarle al director pero no tenía caso solo iba provocarme que mis
padres se enojaran conmigo.
Miré todo el pasillo
vacío, ya todos se habían ido, me encamine hasta mi salón para no mirar mi
mochila, ellos de nuevo la habían tomado y sabía qué lugar estaría. Me encamine
hasta la fuente de la escuela para ver todas mis cosas regadas. Viendo algunos
compañeros como reían al verme en aquel estado.
—
Adiós
fenómeno—
Comento una de las
chicas, y escuchar las risas de mis compañeros, tome mi mochila para aguardar
mis cosas e irme de ahí, sin contar que ahí ellos me esperaban en el callejón.
Sentí cada puño en todo mi cuerpo.
—
Esto
es por hacernos correr — comento uno de ellos—
Sentí una patada en mi estómago,
mirando al dueño que me la había dado.
—
Un
adefesio como tú, no debería de existir —
Escuche sus risas para
mirarles irse, como pude me levante del suelo, tenía que llegar a tiempo antes
de que mis padres me vieran de aquella manera,
tome mis cosas, sintiendo un dolor en mi estómago, algunas personas me
miraban confundidas, otras me preguntaban si estaba bien.
¿Compasión? O ¿pena?
Era lo que menos quería, me quede ido al ver a mis padres como habían llegado,
me miraron por unos momentos, mirando de arriba abajo, para ver a mi padre
dándome una mirada molesta.
Me adentre con ellos,
para mirar cómo se despedí de su secretario diciendo que después hablaría con
él, me quede viendo a mi madre como negaba y se acomoda en el mueble,
sirviéndose una copa de vino, escuchando como mi padre azotaba la puerta y se
adentraba.
Sintiendo el primer golpe en mis
pantorrillas, obligándome arrodillarme ante ellos.
—
No
puedo creer que aparte de salir deforme seas un debilucho —
Comento mi padre
molesto, sirviendo un poco de vino, para tomárselo de una y arrojar aquella
copa por aquel comentario de mi madre.
—
Tú
tienes la culpa, de seguro alguien de tu familia era un fenómeno — comento
molesta—
—
Ningún
de mi familia lo es—
Grito mi padre, ¿acaso les
importaba un poco? Era su hijo, no piensan que cada uno de aquellas palabras me
hería.
—
Te
dije que lo dejáramos en el orfanato pero no —
—
Crees
que mi imagen seria bien al dejar a este estúpido chamaco en un orfanato,
pronto tomare el mandato de la presidencia—
Miré a mi padre
acercarse para patearme en mis muslos, sintiendo como caía, mis lágrimas no
dudaron en salir, mirando más la molestia en sus ojos.
—
Los
hombres no lloran — comento molesto para darme otro golpe— pero olvide que tú eres un fenómeno —
Miré como se dejaba caer al sillón
y llamaba a uno de los guardias.
—
Llévelo
a su habitación, no lo quiero ver —
Sentí como me
levantaban con brusquedad y aventarme a mi habitación, me levante como pude
tratando de llegar a mi cama, sintiendo todo mi cuerpo adolorido.
¿Cuánto más? Cuanto tendré
que soportar todo esto, deje salir un sollozo por mi llanto, ya no me importaba
si ellos me escuchaban, aunque lo dudaba no por nada mi habitación era en aquel
sucio ático que tenía la casa.
Me quede por uno minutos
bocabajo, tratando de pensar que hacer, ¿irme? ¿A dónde me iría? Cerré mis ojos
por unos momentos, recordando lo que mi abuela me había dicho, la persona que
me había dado un poco de cariño, la persona que me dijo que era especial.
¿Especial para quién? A
nadie le gustaba que un hombre pudiera dar vida a alguien más, ¿acaso dios se equivocó
de cuerpo?
“—
Namu, no hagas caso lo que te digan tus padres, tu eres especial y algún día
encontraras esa persona que te amara tal y como eres—“
¿Persona? Nadie me
amaría, nadie le gustaría tener a un fenómeno como su pareja, me incorpore de
la cama para mirar por la ventana, viendo como mis padres salía de la casa, me
encamine hasta mi baño para sacar aquella cuchilla que tenía, levante las
mangas de mi camisa, tome la cuchilla para llevarla a mi brazo.
Tenía que hacerlo así
podía irme de este mundo, el rostro de mi abuela apareciendo en mi mente,
haciendo que dejara caer aquella cuchilla, me deje caer al suelo.
Era un cobarde, no
podía ni siquiera matarme, una vez lo había intentado, pero mi abuela me había
salvado.
“—
no lo vuelvas hacer cariño, no le des felicidad a nadie por desaparecer—“
Pero ya no sé cuánto
tiempo más aguantaría más acosos, más maltratos, ya no quería seguir viviendo,
¿acaso algún día encontraría aquella persona especial?
Solo esperaba que sí
y esperaba encontrarla antes de que decida irme de este mundo para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario